jueves, 12 de marzo de 2015

Caminante, haz camino al andar

Caminar es una de las primeras cosas que aprendemos a hacer de manera independiente cuando somos pequeños. Es una acción a la que damos poco valor porque como lo hemos hecho siempre y lo tenemos integrado en nuestro inconsciente, se ha convertido en un hecho casi sin importancia. Pero cuando lo hace un niño de meses, nos parece algo casi increíble, ¿verdad? Le miramos sorprendidos, y hasta hipnotizados, por su gran logro. Aplaudimos cada paso, y lo que eso supone para él.

Nos olvidamos rápido de aquello que nos movió a comenzar a caminar cuando teníamos meses; La inquietud por descubrir cosas nuevas, el deseo de alcanzar aquello que no teníamos cerca, la necesidad de buscar a mama y a papa, la alegría de jugar con todas nuestras posibilidades... 

Caminar era mucho más que aprender una rutina inconsciente que nos permitiera desplazarnos. Caminar era el origen de todas las posibilidades. Y yo creo que puede llegar a ser el origen de muchas soluciones. Puede ayudarnos a transformar nuestro mundo, de un mundo en dependencia a un mundo de infinitas posibilidades. Y no hablo sólo metafóricamente.

Caminar nos ayuda a ponernos en movimiento. Una acción física, que genera un movimiento interno que nos facilita a la vez el movimiento mental y emocional. ¡Otra vez los enrevesados juegos de palabras! Caminar es un ejercicio para el cuerpo, la mente y el corazón. 

Después de un tiempo dándole vueltas, esta semana he comenzado, aquí en Madrid, un proyecto que pretende "acompañar en el camino a quien quiera caminar", a quien quiera dedicarse un tiempo sólo para él y para su bienestar; para caminar e, irónicamente, para parar a ver como estoy y como quiero estar. Esta semana hemos sido tres las caminantes. ¡Quién sabe cuantos seremos la que viene!. Os invito a todos a que salgáis a la calle ahora que empieza el buen tiempo, conmigo, solos, o acompañados de un amigo, y que caminéis. Que busquéis un parque, un espacio agradable, un lugar cómodo,... donde sea, y os pongáis en movimiento, os dediquéis ese tiempo a vosotros. Vuestro cuerpo os agradecerá el ejercicio y quizás, y sólo quizás, empecéis a notar algún otro movimiento más dentro de vosotros.

Lo que ves, lo que escuchas, lo que sientes cambia mientras caminas, ayudándote a ver las cosas desde otro punto, dando forma a nuevas palabras, nuevos argumentos, que te llevan a sentir de manera absolutamente distinta. 

Si quieres sentirte de manera distinta y conseguir cosas diferentes, no lo dudes, ¡camina!




Caminante no hay camino (Antonio Machado)

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar. 

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción; 
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón. 

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse... 

Nunca perseguí la gloria. 

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más; 
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar. 

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar. 

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar... 

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..." 

Golpe a golpe, verso a verso... 

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..." 

Golpe a golpe, verso a verso... 

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..." 

No hay comentarios:

Publicar un comentario